«La isla al mediodía» es uno de esos relatos que, si no lees bien, te dejan aturdido, sin entender nada; y si lo lees mejor, varias veces, tu desconsuelo es mayor, pues descubrirás que siempre hay algo que escapa a la razón, por más que intentes darle forma. Y el argumento es tan sencillo… Hay quien dice que el protagonista representa el ser escindido entre la realidad y el deseo (como diría Luis Cernuda, de quien hablaremos en clase muy pronto), un ser que es capaz de volar y permanecer en la isla a un tiempo. Otros piensan que es un símbolo de los deseos frustrados, cuya ansia de culminar se completa con el desastre. Como suele ocurrir con Cortázar, el significado es lo de menos cuando el texto es tan sugerente.
El otro relato es «Segunda vez«, sin duda una muestra de literatura comprometida. El tema del relato es la «desaparición» de personas durante las sucesivas dictaduras argentinas (sobrecoge comprobar que tantos años después, todavía las Madres de Mayo siguen con su lucha por conocer qué fue de sus familiares). La voz narrativa, focalizada en esa burocracia exterminadora y que «abduce» la propia voz de la protagonista, parece representar el discurso del poder, la poderosa máquina del Estado que controla y extermina a quienes se oponen a él. Esto recuerda a las obras de Kafka, sobre todo a El proceso. También remite directamente al Gran Hermano, de la novela 1984 de Orwell.
Sólo os queda ya preparar esa crítica literaria sobre los relatos de Cortázar. Espero que su lectura os haya abierto el apetito; pero, ¡ojo!, como dice Cortázar en este microcuento, nunca debe fiarse uno del poder de la literatura:
Página asesina
En un pueblo de Escocia venden libros con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen. Si un lector desemboca en esa página al dar las tres de la tarde, muere.
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